Una aldea en el valle de Tafí

Revisión académica: Julián Salazar y Valeria Franco Salvi

Hace aproximadamente 1700 años, el valle de Tafí, ubicado en el noroeste de la provincia de Tucumán, estaba ocupado por poblaciones aldeanas dedicadas a la agricultura y el pastoreo. Un equipo de especialistas trabajó en la zona norte del valle, en un área de 230 hectáreas, donde identificó seis sectores que contenían evidencia arqueológica: La Bolsa 1, La Bolsa 2, La Bolsa 3, Carapunco 1, Carapunco 2 y Carapunco 3.

Un paisaje construido a lo largo del tiempo

En esta zona del valle de Tafí, como en muchos lugares del Noroeste, se superponen vestigios procedentes de épocas diferentes. Las viviendas, corrales y campos de cultivo se distribuyen en el paisaje a veces de manera dispersa y a veces concentrada, y todo hace suponer que se fueron desarrollando paulatinamente, siguiendo el crecimiento de las familias, y no debido a una planificación comunitaria.

Diferentes tipos de estructuras

En el área de estudio se identificaron distintas estructuras arqueológicas. Las ilustraciones muestran cómo podrían haber sido cuando estaban en uso.

Unidades aproximadamente circulares, pequeñas y medianas, que podrían haber estado completamente techadas.

Estructuras de planta aproximadamente circular y cuadrangular, grandes, que no habrían podido ser techadas en su totalidad. Seguramente hayan sido corrales, aunque en determinadas épocas del año también pueden haberse destinado a la agricultura.

Espacios residenciales conformados por un recinto circular de grandes dimensiones, que tiene adosada al menos una habitación de menor tamaño, también circular. En muchos casos, las estructuras adosadas son más de diez.

Estructuras para el manejo del agua (almacenaje, distribución y riego), como represas, canales y acequias.

Estructuras destinadas a la protección del suelo, como muros de contención y sistemas de terrazas y andenes que muestran una tecnología agrícola sofisticada.

Grupos de molinos de mano fijos (morteros y conanas), de diferentes formas y tamaños, que se disponen sobre bloques o afloramientos rocosos al aire libre.

El sitio La Bolsa 1

El asentamiento La Bolsa 1 abarca unas 50 hectáreas y está conformado por numerosas viviendas y un complejo sistema de estructuras agrícolas.

En el sector superior están ubicadas las viviendas. Entre ellas hay parcelas de cultivo: canchones (terrenos delimitados por muros de piedra que protegían las plantas de los vientos, las heladas y los animales) y terrazas.

Los sectores medio e inferior del asentamiento están conformados casi exclusivamente por áreas de producción agrícola. Además de canchones y terrazas de cultivo, hay un canal construido para llevar agua a los sembradíos, montículos de piedras extraídas de los campos dedicados a la agricultura (montículos de despedre), muros para contener el suelo y áreas de molienda. También existen unidades formadas por dos o más recintos de forma más o menos cuadrada, que probablemente hayan sido corrales.

Plano del sitio La Bolsa 1. La Bolsa 1 no presenta estructuras perimetrales, como murallas, que marquen una clara separación con los otros asentamientos. Tampoco parece haber accesos y áreas de circulación restringidos o controlados. 1. Vivienda. 2. Canchón de cultivo. 3. Terrazas. 4. Canal. 5. Montículo de despedre. 6.Corrales.

La distribución general de las estructuras no muestra una jerarquización ni una organización en torno a plazas o ámbitos públicos que permitan pensar que el asentamiento creció alrededor de algún centro. Por el contrario, las viviendas parecen haber sido construidas en forma independiente, como resultado de un crecimiento espontáneo. Probablemente cada uno se fue acomodando al espacio disponible, siempre manteniendo una distancia del resto, pero sin seguir un orden preestablecido. El hallazgo de un montículo donde quizá se realizaban actividades comunitarias refuerza esta idea: se encuentra en un espacio de fácil acceso ubicado fuera del asentamiento y no tiene ninguna vivienda asociada.

La aldea se presenta, entonces, como una suma de viviendas. Cada aldea constituye un todo integrado, conformado por viviendas separadas entre sí por distancias variables, de entre 2 y 100 metros. La disposición de las construcciones posibilita un tránsito bastante libre, que no está restringido por umbrales que haya que atravesar para trasladarse de un lado a otro.

Los espacios agrícolas de La Bolsa 1

Las personas pasaban gran parte de su tiempo en las zonas de producción. Allí realizaban diferentes actividades, como limpiar los campos, sembrar o construir represas, canales, acequias, muros de contención o terrazas de cultivo. Esas estructuras se fueron extendiendo a lo largo de once siglos a partir de, aproximadamente, unos 2200 años antes del presente. A medida que pasaba el tiempo y la población crecía, las familias iban agregando nuevas parcelas.

No hay en La Bolsa 1 espacios agrícolas de una gran superficie: los cuadros de cultivo y las terrazas nunca superan los 400 m2 y siempre están a no más de 500 metros de las viviendas. La agricultura que se practicaba en estos sitios era la típica del área andina, tanto por los vegetales cultivados (maíz, quínoa, papa, zapallo y poroto) como por la tecnología agrícola empleada.

Espacio agrícola con terrazas. Unos 2200 años antes del presente se comenzaron a construir terrazas, muros para la contención del suelo, estructuras para el manejo del agua, cuadros de cultivo y andenes. Todos ellos tienen diseños adecuados al relieve del área. Los muros fueron cuidadosamente levantados y mantenidos; requirieron la remoción de grandes bloques, una cuidadosa planificación del trabajo y conocimiento del ambiente.

Se han encontrado en La Bolsa 1 muchos terrenos que estuvieron dedicados a la agricultura: en algunos no se utilizaba riego artificial y las parcelas se alimentaban directamente con el agua de las lluvias, mediante técnicas para controlar su flujo sobre el terreno; otros aprovechaban al máximo el agua disponible mediante sistemas de riego que detenían o desviaban el trayecto natural de ríos, arroyos y vertientes.

En sectores cercanos a La Bolsa 1 se identificaron construcciones para almacenar agua, verdaderas represas constituidas por terraplenes y muros anchos. El agua reservada se habría destinado mayormente al uso doméstico y para dar de beber a los animales. Un sector de la represa quedaba abierto para permitir la circulación del agua hacia los campos de cultivo contiguos. En el cauce del río que circunda el sitio se levantaron paredes sólidas para disminuir la velocidad de la corriente y conducirla a sectores sin riego.

Algunas estructuras para el manejo del agua son similares a las construidas en la actualidad por los pobladores del área. Tanto la construcción como el manejo son realizados por el grupo familiar, sin la colaboración o la gestión de otras personas.

Muro de contención de una terraza.

Algunos terrenos se utilizaban de manera permanente y otros solo durante determinados momentos del año. Los análisis químicos de los campos de cultivo de La Bolsa 1 indican que los terrenos habrían sido utilizados de forma intensiva y se encontraban parcialmente agotados antes de su abandono.

Espacio de cultivo con muro de piedra perimetral.

La existencia de montículos de despedre y muros de contención nos habla de un uso intensivo de la tierra. Los montículos de despedre se formaban por la acumulación de piedras extraídas de los campos de cultivo; estaban dispuestos en forma lineal siguiendo la misma dirección de la pendiente, y servían para retener la humedad y frenar el impacto directo del viento. Los muros de contención se ubicaban en forma perpendicular a los montículos de despedre; retenían el suelo (para que este no se lavara con el agua de lluvia) y disminuían la velocidad del agua, permitiendo una mayor infiltración y su mejor distribución.

Una antigua vivienda: la unidad 14

La unidad 14 es uno de los conjuntos arquitectónicos de La Bolsa 1. Está integrado por siete estructuras: un patio circular grande (R1), al que se unen cinco habitaciones de la misma forma, pero de menores dimensiones (R2, R3, R4, R5 y R6); hacia el oeste, hay otra construcción (R7), de planta semicircular. La unidad 14 tuvo un uso muy prolongado, que se inicia hace unos 1800 años.

Esta forma de construir las viviendas −habitaciones de planta circular posiblemente con techo, dispuestas alrededor de un patio de la misma forma, pero de dimensiones mayores y probablemente abierto− fue muy utilizada en el valle y en áreas cercanas durante el primer milenio de nuestra era. Estas viviendas se conocen como “viviendas patrón Tafí”.

Hay muchas de estas viviendas en la zona de Tafí, en los valles cercanos y también en otras áreas del Noroeste argentino. Este modo compartido de hacer las viviendas nos hace pensar que las personas que las construyeron estaban relacionadas, posiblemente como parientes. Algo similar se ve actualmente en muchas partes de los Andes: cuando los hijos e hijas crecen y forman sus familias, hacen sus nuevas casas siguiendo las enseñanzas de sus mayores.

Plano de la unidad 14. La construcción comenzó, probablemente, con el cavado de un pozo bien amplio, cuyo objetivo era nivelar el terreno y servir de base de apoyo a los bloques del muro; posteriormente, se habría construido el muro del patio central, que delimitaba un espacio de casi 80 m2, y más tarde los otros recintos. Más allá del orden, el dato sobresaliente es la larga permanencia de esta vivienda y el crecimiento paulatino del número de personas que vivían en ella.

Al parecer, los materiales utilizados en la edificación se obtuvieron localmente. Las rocas fueron seleccionadas según sus formas y tamaños, con una preferencia por los bloques grandes que tuvieran al menos una cara plana, la que se disponía mirando hacia el interior, de modo de dar regularidad a las superficies interiores. A partir de los restos hallados en los recintos, se pudo establecer a qué tipo de actividades estaban destinados algunos de ellos.

  • En el recinto R1 se realizaban algunas de las actividades más importantes para el grupo, como el almacenamiento de alimentos, especialmente de maíz, que era fragmentado y machacado frente a la tumba de los ancestros, ubicada en el centro. Allí también se celebraban ritos como fracturar y ofrendar estatuillas con forma de animales, casi todas representaciones de llamas: estos ritos se interpretan como prácticas relacionadas con la fertilidad. La presencia de algunos artefactos de orígenes lejanos indica que los pobladores de esta aldea mantenían relaciones con otros pueblos de la zona andina.
  • El recinto R6 presenta restos de un fogón, lo que parece indicar que en él se concentraban las actividades de procesamiento final y cocción de los alimentos (era la “cocina”). Allí se han hallado fragmentos de ollas de cerámica con gruesas capas de hollín en sus bases, una pequeña conana y algunas manos de moler. Debido a la presencia del fogón como fuente de calor, es probable que este recinto también haya sido un área de descanso.
  • El recinto R4 podría haber sido también una cocina.
  • El recinto R2 parece haberse utilizado como depósito.

El recinto R1 tiene accesos que permiten ingresar a los otros recintos, y en él se encuentra el único acceso desde el exterior, entonces, para acceder a cualquier habitación, inevitablemente se debía pasar primero por el R1. Esto implica que era un espacio de ingreso al complejo de recintos, pero más aún, que era un espacio socialmente fundamental: en el centro de R1 hay una cista inhumatoria, una cámara excavada debajo del piso y recubierta de piedras donde se enterraron los cuerpos de algunos de los difuntos de la casa. Esta cista estaba tapada y sobresalía unos 30 cm por encima del piso, por lo que las personas que habitaban o transitaban la vivienda habrían experimentado su presencia de manera cotidiana. Así, los lazos que estas personas tenían con sus ancestros se reforzaban mediante estos enterratorios ubicados en el mismo espacio residencial. Un efecto similar se produce en los recintos R4 y R6, donde los fogones centrales organizaban y distribuían el movimiento y las actividades a su alrededor.

Desde el umbral de entrada al recinto R1, el interior del patio se ve solo parcialmente. Los elementos internos expuestos a la mirada desde afuera eran la cista y la estructura destinada al almacenaje de alimentos. Con la excepción del R6, el interior del resto de las habitaciones se mantenía casi totalmente excluido de la percepción desde el exterior. También se hallaba limitada la observación desde el interior: los muros tenían una altura de casi 2 metros y los recintos menores seguramente estaban techados. De esta manera, cada vivienda ocultaba lo que ocurría en su interior.

Las evidencias materiales recuperadas en distintos contextos de La Bolsa muestran que su abandono se dio de manera definitiva de modo planificado y con cierto tiempo. Los accesos internos de las dos viviendas excavadas, que comunicaban a los recintos entre sí, fueron clausurados intencionalmente. Las amplias aberturas de más de un metro de ancho fueron cerradas mediante la disposición de rocas idénticas a las utilizadas en la conformación de los muros, y con características constructivas similares, lo que en algunos casos hacía que el bloqueo se confundiera con la construcción original. La casa había sido el eje del mundo para sus habitantes y el deshabitarla implicó un conjunto de actividades de preparación, acondicionamiento y clausura que superaron el hecho de elegir los objetos valiosos y transportables que se iban a acarrear, y los instrumentos pesados y fácilmente sustituibles que quedarían abandonados.

Para saber más. Julián Salazar y Valeria Franco Salvi: “Producción y reproducción social durante el primer milenio en el Valle de Tafí”, en Crónicas materiales precolombinas, páginas 81 a 110.

Créditos

Fotografías. Julián Salazar y Valeria Franco Salvi.

Planos. Tomados de Julián Salazar y Valeria Franco Salvi: “Producción y reproducción social durante el primer milenio en el Valle de Tafí”, en Crónicas materiales precolombinas, páginas 92 y 93.